Ezker Batua - Berdeak · La izquierda vasca

Ezker Batua-Berdeak siempre ha mantenido una actitud coherente en relación con el trazado actual, en forma de 'Y', del Tren de Alta Velocidad. Se podrá estar de acuerdo o no con nuestra propuesta alternativa, la 'U', postura que lógicamente respetamos, pero es justo reconocer que nuestra posición respecto al diseño impulsado es, cuando menos, legítima, y siempre hemos trasladado a las instituciones y a la opinión pública nuestras reivindicaciones a través de cauces exclusivamente pacíficos y democráticos.

Nuestros socios en el Gobierno vasco -Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna- conocen nuestro criterio en esta materia, y lo respetan, del mismo modo que Ezker Batua-Berdeak respeta el suyo. Quienes defienden la pluralidad y la transversalidad como bandera de una política de pactos en Euskadi, tendrán que entender y valorar, con más razón si cabe, que en un caso como éste hayamos sido capaces de primar el consenso entre diferentes sensibilidades y opiniones, gestionando la discrepancia desde el diálogo y el acuerdo.

En este sentido, debo destacar el nivel de madurez política de las tres formaciones que integramos el Ejecutivo, en la medida en que estamos dando una lección de convivencia, pese a quienes, ejerciendo su papel como fuerzas de oposición en el Parlamento vasco, han intentado e intentan todavía trasladar una imagen de división en el seno del Gobierno ante un tema tantas veces aclarado, que resulta ya reiterativo. Lo hemos dicho una y mil veces: el Tren de Alta Velocidad no afecta a la cohesión del Ejecutivo vasco, que se sustenta en un Programa Político, en el que se asumen con normalidad las distintas opciones sobre esta infraestructura.

Somos conscientes de que la propuesta defendida por Ezker Batua-Berdeak, al día de hoy, es minoritaria y así lo acatamos. Ahora bien, no por ello renunciamos a nuestro compromiso con quienes nos han dado su confianza en las urnas, tomando como referencia nuestra apuesta por el trazado en forma de 'U'; debo decir, para evitar dudas e interpretaciones erróneas, que no nos oponemos a una nueva línea férrea en Euskadi; al contrario, apostamos por el tren como medio de transporte sostenible y creemos en su viabilidad y en su futuro.

Es más, siempre hemos reivindicado, y lo seguiremos haciendo, el trasvase del tráfico de la carretera al ferrocarril, especialmente las mercancías, la velocidad máxima entre 220 y 230 kilómetros por hora, la conexión con el Puerto de Bilbao y el acceso de pasajeras y pasajeros no sólo a las capitales sino también a las estaciones intermedias. No está en nuestro ánimo impedir que este proyecto sea finalmente una realidad, porque así lo ha decidido la mayoría política e institucional de nuestra Comunidad, y lo aceptamos, aunque no sea nuestro modelo.

¿Cuál es, entonces, nuestro objetivo? Muy sencillo: contribuir a reducir su impacto medioambiental, siempre desde la legalidad, y en ningún caso en colaboración con quienes legitiman las amenazas y la coacción contra esta infraestructura. Así lo acordó la Presidencia de Ezker Batua-Berdeak el pasado lunes y así lo haremos. Somos una formación política de izquierda, vinculada por historia y por tradición a la movilización social, y éste es un espacio de actuación inherente a un Estado de Derecho, que nadie puede negar o limitar bajo la excusa de la existencia de ETA.

No sólo hemos condenado la intromisión de la organización terrorista en este debate; también hemos instado a la izquierda abertzale a que lo rechace sin matices. Nadie podrá acusarnos de utilizar un doble lenguaje a este respecto, pero tampoco nadie podrá obligarnos a renunciar a nuestras ideas, siempre y cuando las expresemos por cauces pacíficos y democráticos, y puedo dar fe de que no sabríamos hacerlo de otra manera. Por ello, hemos sido rotundos: si finalmente se cometan atentados o actos de sabotaje contra el Tren de Alta Velocidad, no participaremos en ninguna protesta con quienes callen ante estas acciones.

La defensa de los Derechos Humanos es, para Ezker Batua-Berdeak, prioritaria; en este terreno nadie puede darnos lecciones. Mantener una posición propia respecto al Tren de Alta Velocidad es legítimo, defender un trazado alternativo también, pero recurrir a la violencia como instrumento de coacción es indigno, amoral y contrario a la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca, incluida la de muchas personas que han participado hasta la fecha en la movilización social crítica con esta infraestructura. ETA sólo se representa a ella misma y no podemos caer en su trampa, dejando que instrumentalice un debate ciudadano, pacífico y democrático.

No quiero terminar estas líneas sin reconocer la disposición sincera del Departamento de Transportes y Obras Públicas del Gobierno Vasco a favor del diálogo con todas las instancias interesadas en la búsqueda de puntos de encuentro, sean sectores implicados en la afección sobre suelos destinados a la actividad agraria, personas propietarias de terrenos o los municipios por donde transcurren las obras. Me consta que en su ánimo está garantizar todas las medidas medioambientales posibles (reducción de ruido, repoblaciones vegetales, integración paisajística de los túneles, ) y es justo valorarlo, aunque sea, insisto, desde un punto de vista diferente. Esta es, sin duda alguna, la riqueza de la pluralidad y la transversalidad, tal y como la entendemos en Ezker Batua-Berdeak.