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Las dos caras de Julieta

En el nuevo filme de Almodóvar las actrices Adriana Ugarte y Emma Suárez dan vida a la protagonista a distintas edades

Elsa Fernández-Santos
Nico

El mes de julio de 2015 marcó máximas históricas en Madrid. Un calor insoportable al que contribuyeron cinco soles artificiales grandes como molinos de viento. En pleno barrio de las Salesas, sobre una grúa mastodóntica en forma de tijera, los cinco astros de metal eran un ingenio del operador francés Jean-Claude Larrieu, un tipo bajito y sonrosado que parecía reírse para sus adentros ante el tinglado que había montado para la nueva película de Almodóvar. “No he pasado tanto calor en mi vida”, decía entre sofocos Esther García, productora de Julieta y uno de los pilares de El Deseo, la compañía de los hermanos Agustín y Pedro Almodóvar. “En Los abrazos rotos, Rodrigo Prieto puso 120 lámparas en un techo. ¡Se derretían los cuadros! Fue una pesadilla. Pues Jean-Claude ha ido aún más lejos: 18.000 vatios en cada foco. De volverse locos. Juro que al próximo fotógrafo le voy a poner un límite”.

“Este es un personaje muy duro. Hay que meterse en un pozo lleno de oscuridad” Emma Suárez

Desde la calle, las luces iluminaban la tercera y segunda planta de un mismo edifico, el número 19 de la calle de Fernando VI. En el segundo piso, la protagonista es Emma Suárez. En el tercero, Adriana Ugarte. La Julieta mayor vive sola. La joven, junto a su hija. Las actrices no se cruzan, pero han hecho un meticuloso trabajo previo de composición del personaje. Se han observado de cerca en busca de diferencias y similitudes. Han mimetizado algún gesto. “Hay que ser muy valiente para hacer que dos actrices interpretemos un mismo personaje”, dice Emma Suárez sobre esta Julieta bicéfala. “Es un personaje muy duro. Para mí ha significado entrar en un pozo lleno de oscuridad donde hay abandono, soledad y miedo”, añade la actriz. La Julieta de Emma Suárez es una mujer que decide hacerle frente al pasado, asumiendo los riesgos que conlleva. “Es una mujer vulnerable, pero tiene dignidad. Es un personaje lleno de sabiduría porque Pedro dirige desde el lugar de un adulto”. Ella le pidió referencias para comprender, y el director le recomendó la lectura de De vidas ajenas, de Emmanuel Carrère, y El año del pensamiento mágico, de Joan Didion. También le dijo que volviera a ver Las horas, de Stephen Daldry, o Ascensor para el cadalso, de Louis Malle, y que contemplase los cuadros de Lucian Freud. “He escrito un cuaderno de Julieta, me he revisado toda la filmografía de Pedro y me he apañado para quedarme completamente sola en Madrid. Todo eso también es importante para el personaje”.

“Almodóvar no te deja bajar la guardia”, explica Adriana Ugarte. “Muchas veces me rompe los esquemas. Yo he hecho un viaje para convertirme en su instrumento, para ser arcilla, pero no soy un mero instrumento pasivo, nunca me he sentido sola, al contrario. Aunque no es fácil, no he pegado ojo muchos días, soy muy nerviosa, pero eso es algo que me guardo para mí”. Ugarte explica que el guion se ha multiplicado durante el rodaje. “Es como cabalgar sobre un caballo salvaje. Yo no llevo las riendas, el caballo corre solo, conducido por él, su equipo y yo”.

Dos momentos del rodaje de la película, en un piso de Madrid (arriba) y en el vagón de un tren, en los que Almodóvar da instrucciones muy precisas a sus intérpretes. El meticuloso cineasta no deja un cabo suelto.
Dos momentos del rodaje de la película, en un piso de Madrid (arriba) y en el vagón de un tren, en los que Almodóvar da instrucciones muy precisas a sus intérpretes. El meticuloso cineasta no deja un cabo suelto.Nico

A pocas calles de distancia, por las mismas fechas, se rodaba otra secuencia. Es en un amplio piso de lujo que pertenece a la peletera Elena Benarroch, una vieja amiga del director que hace un pequeño cameo en una de las escenas. Allí llega una devastada Ugarte-Julieta para reunirse con su hija, Antía, que pasa los días feliz en casa de su nueva mejor amiga. La actriz Pilar Castro interpreta a la madre de la amiga, una pija rubia y simpática que se pone a disposición de la protagonista después de que esta entre como un zombi por la puerta para recoger a su hija y darle una trágica noticia. Para el siguiente plano Almodóvar ha elegido un sofá vainilla coronado por un imponente cuadro de Richard Serra. Ugarte solloza y Almodóvar la frena. “No quiero que te lances”, le advierte.

“Aquí todo es muy preciso”, explica Castro, una de las secundarias de lujo de la película; los otros son Inma Cuesta, Michelle Jenner, Susi Sánchez, Nathalie Poza, Rossy de Palma, Daniel Grao y Darío Grandinetti. “Pedro sabe mucho y además sabe lo que quiere. Para mí lo importante era llegar sin miedo, sin inseguridades. Te entregas y punto”, añade Castro. “Hay que recoger la esencia de lo que te dice. Ayer, sin ir más lejos, me añadió un par de frases que no estaban en el guion. Un detalle que le vino a la cabeza, sobre la marcha”.

Almodóvar improvisa. Es una paradoja: todo está bajo control, pero a la vez no hay nada seguro. Su hermano Agustín suele decir que en los rodajes se comporta como un pintor, el proceso es orgánico. Las escenas rodadas en el colegio Estudio de Madrid las ha cambiado al conocer mejor la localización. Y en otro lugar, ante una estantería que apenas se apreciará en pantalla, se detiene preocupado. Pregunta por los libros que hay en las estanterías y pide que los quiten. Esos títulos jamás los leería Julieta. Al día siguiente llegarán cajas con tomos de su biblioteca personal, libros con vida propia. Seguramente nadie reparará en ellos, o sí. Es lo que menos le importa.

elpaissemanal@elpais.es

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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